Deja, deja de escucharlo
Deja de pensar que está hablando
Sus palabras son navajas,
Esos ojos atemorizados se han vuelto tus enemigos.
Las lágrimas se acostumbraron a correr sin oponentes
Y los labios se han confundido con el silencio,
Se han encadenado sin el intento de aullar
O de dejar una llave a mano para escapar,
Se desquebrajan, se vuelven nada
No hay labios, no hay palabras.
Ese cuerpo tiene guerra
Le falta una costilla, hay barro en sus rodillas
Tiene escamas en la piel
La espalda no tiene sombra que proteger
Los pechos ya no son la vía láctea de otros planetas
¿No hay caricia que a ellos el calor les devuelva?
No hay camino que descubrir
Se esconde entre la ropa que le roza la vida
Mientras sangra sin dejar rastro,
sin marcar el paso entre los rincones habitados.
Un paso a la vez porque ya son demasiados los tropiezos
Parece que tiembla cada fibra de su cuerpo,
De esas piernas, árboles de raíces secas
Que le han robado a Aquiles su talón.
Su andar parece en reversa,
Se arrepiente de todas sus experiencias,
Y solo acierta a abrazarse la existencia porque no cree que alguien más pueda.
…
Pero, si vuelves a mirarte el rostro
Y amarte a primera vista,
Verás que el espejo no da muchas esperanzas de vida.
Se recomienda seguir el tratamiento indicado
Y, de una vez, romper aquel reflejo inventado
No es fácil, no es de mucho agrado
Pero es bueno unir tu cuerpo desarmado
Resignificar el dolor guardado
Y entregarte la medicina que tanto necesitas
Acepta (te),
Entiende (te),
Quiere (te).
Charlotte Von T.
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